jueves

Santa Rosa de Lima

Es admirable que se haya tributado a esta mujer, que nunca salió Lima, el mismo encomio merecido por el Apóstol de las Gentes, que tan infatigablemente recorriera todo el mundo conocido en su tiempo. Si el Apóstol difundió el aroma de Jesucristo con su predicación y su incesante actividad, haciendo cosas y sufriendo, Santa Rosa de Lima haría lo mismo, y sin interrupción hasta hoy, simplemente por el hecho de existir.


De su figura límpida y modesta se ha desprendido en el curso de los siglos, sin palabras, el buen olor de Cristo con una fuerza superior a la de los escritos y los grabados. Por ello es una maestra consumada de la vida espiritual, cuyas palabras están repletas de palpitante intimidad con Jesucristo crucificado, a quien se ha unido en sus propios padecimientos


Santa Rosa de Lima, fundó su espiritualidad en tres ideas, cuyo valor programático para la Iglesia no ha perdido actualidad.

Primera: la Vida de oración, de ella proviene la segunda y la tercera. Si Jesucristo, el despreciado y maltratado que se hizo pobre por nosotros, es el objeto de su amor, ella amará también a todos los pobres, sus hermanos más cercanos.

El amor prioritario hacia los pobres no es un descubrimiento de nuestro siglo, sino a los sumo un redescubrimiento: porque todos los grandes santos han tendido clarísima la idea. Pero esta claridad destaca sobre todo en Santa Rosa, cuya mística del sufrimiento no radica en la autoflagelación, sino en la solidaridad con todos los necesitados y dolientes por solidaridad con el doliente Jesucristo.

Lo tercero es la idea misional. Su pensamiento y sus palabras están transidos por un ansia de universalidad. Ella soñaba con que, sintiéndose liberada de los límites y ataduras de nuestra corporalidad, pudiese desplazarse por todos los caminos de la tierra para llevar a los hombres hacia el paciente Jesucristo. Decía, …escuchadme los pueblos; escuchadme las naciones. En el nombre de Jesucristo, yo os exhorto.


Ahora Santa Rosa de Lima ya esta libre de los lazos que la sujetaban a un lugar, y le es posible transitar por todos los senderos de la tierra. Y revestida de la autoridad de Jesucristo, nos invita que vivamos nuestro cristianismo a plenitud, radicalmente, desde la más profunda intimidad con el Señor: porque de hacerlo depende, y solamente de ello, que pueda nuestro mundo encontrar la salvación.


Escuchadme los pueblos; escuchadme las naciones. En el nombre de Jesucristo, yo os exhorto: es el clamor que Santa Rosa de Lima nos dirige también hoy. Esta mujer es como una personificación de la Iglesia en toda Hispanoamérica: inmersa en sufrimientos, y carente de poder y de grandes medios materiales, pero animada internamente por el calor de la proximidad de Jesucristo: Demos gracias al Señor por el obsequio que nos hizo con esta gran mujer.

Démosle gracias por haber suscitado en Hispanoamérica el aliento de la Fe. Y finalmente, supliquémosle que su presencia entre nosotros, haciéndose más intensa cada día, se difunda desde aquí como perfume por todo el mundo.


Cardenal Joseph Ratzinger
Santuario de Santa Rosa de Lima
19-VII-86

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