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Sobre la Devoción a la Madre de Dios

Si honrar a María Santísima, es necesario a todos los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho más a los que son llamados a una perfección particular. Creo personalmente que nadie puede llegar a una íntima unión con Nuestro Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo sin una unión muy estrecha con la Santísima Virgen y una verdadera dependencia de su socorro.


Sólo María halló gracia delante de Dios, sin auxilio de ninguna creatura. Sólo por Ella han hallado gracia ante Dios cuantos después de Ella la han hallado, y sólo por Ella la encontrarán cuantos la hallarán en el futuro.


Ya estaba llena de gracia cuando la saludó el arcángel San Gabriel.


María quedó sobreabundantemente llena de gracia, cuando el Espíritu Santo la cubrió con su sombra inefable. Y siguió creciendo de día en día y de momento en momento en esta doble plenitud de tal manera que llegó a un grado inmenso e incomprensible.


Por ello, el Altísimo la ha constituido tesorera única de sus tesoros y única dispensadora de sus gracias para que embellezca, levante y enriquezca a quien Ella quiera; introduzca, a pesar de todos los obstáculos, por la angosta senda de la vida a quien Ella quiera; y dé el trono, el cetro y la corona regia a quien Ella quiera.


Jesús es siempre y en todas partes el fruto y el Hijo de María, y María es en todas partes el verdadero árbol que lleva el fruto de vida y la verdadera Madre que lo produce.


[...] Todos los “ricos del pueblo suplicarán tu rostro”. San Bernardo comenta así estas palabras del Espíritu Santo: los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud, son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen y contemplarla siempre como el modelo perfecto a imitar y la ayuda eficaz que les debe socorrer. [...]


Estos grandes santos, llenos de gracia y dinamismo, serán escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán por todas partes. Tendrán una excepcional devoción a la Santísima Virgen, quien les esclarecerá con su luz, les alimentará con su leche, les sostendrá con su brazo y les protegerá, de suerte que combatirán con una mano y construirán con la otra. Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus herejías, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus idolatrías y a los pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán el templo del verdadero Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen, llamada precisamente por los Padres, “templo de Salomón” y “ciudad de Dios”.


Con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdadera devoción a María. Esto les granjeará muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria para Dios solo.




San Luis María Grignion de Montfort
Extraído de: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen

1 comentario:

JORGE dijo...

Yo conocí a Cristo en la Parroquia "Corazón de María", de Magdalena, y fue rezando ante una imagen de la Virgen que había allí (de unos 20 ó 25 metros de altura), realmente fue Ella quien me llevó a su Hijo. Realmente es muy cierto aquello de "A Jesús por María".

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