miércoles

“¿Adonde vas?”


Lo cuenta Fray de Cantimprato y sucedió en su tiempo, en el Brabante.


Era una doncella virtuosa y noble, mas la poca edad, la ocasión, la inexperiencia la arrojaron en brazos de un joven disoluto. Tan ardiente fue su pasión, que no podía apartarlo ni de su pensamiento ni de su deseo.


El joven, que lo notó, le puso cerco y le costo poco trabajo, teniendo los enemigos dentro para rendir la fortaleza. Con todas las artimañas de su infernal astucia, la iba convenciendo poco a poco hacia la deshonra.


La joven luchó al principio y se rindió al fin. Le dio palabra de acudir a un lugar que él había propuesto. Llegó la noche. Llena de remordimientos y vergüenza, saltó de la cama. Miró una imagen de la Virgen y bajó la cabeza. La pasión lo podía todo. Estaba dispuesta a dejar el amor a Dios por el amor de un hombre.


Bajó descalza la escalera y se lanzó como un ladrón hacia la puerta. A tientas y cautelosamente la abrió. Y de pronto oyó una voz dulcísima que le decía: “¿Adonde vas?” Quedó aterrada. A la puerta estaba Jesús, hermosísimo y radiante.


“¿Adonde vas?”, le volvió a preguntar.


“¿Es ese joven más hermoso que yo? ¿Te puede el enseñar unas llagas como estas? ¿Por qué no me amas a mí, y verás cómo no necesitas otro amor?” Jesús se desvaneció en las tinieblas.


Ella cerró la puerta, volvió a su lecho, se deshizo en lágrimas y pidió perdón. Desde entonces amó a Jesús y fue feliz.



(Del libro ejemplos predicables, pag 48, nº 103, Mauricio Rufino, editorial Herder, 1962)

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