miércoles

Cómo colmar cada momento de amor

Cuando estaba sometido a arresto domiciliario en la aldea de Cay Vong, vigilado por la policía, día y noche me obsesionaba este pensamiento:


«¡Pueblo mío! ¡Pueblo mío que tanto amo: rebaño sin pastor! ¿Cómo puedo entrar en contacto con mi pueblo en el momento en que más necesitan a su pastor? Las librerías católicas han sido confiscadas; los colegios, cerrados; las monjas y religiosos de la enseñanza, dispersados; unos van a trabajar a los campos de arroz, otros se encuentran en las "regiones de nueva economía" en medio del pueblo, en las aldeas. La separación es un shock, que me parte el corazón.



«Yo no esperaré —me dije—. Quiero vivir el momento presente colmándolo de amor; pero ¿cómo?».



Una noche llega una luz: «Francisco, es muy sencillo. Haz como san Pablo cuando estaba en la cárcel: escribía cartas a varias comunidades».



A la mañana siguiente le hice una señal a un niño de siete años, Quang, que volvía de misa a las 5, todavía oscuro, y le dije: «Dile a tu madre que me compre blocs viejos de calendarios».


Esa noche, de nuevo en la oscuridad, Quang me trajo los calendarios, y todas las noches de octubre y de noviembre de 1975 escribí a mi gente mi mensaje desde la prisión. Cada mañana el niño venía a recoger las hojas para llevárselas a casa y que sus hermanos y hermanas copiaran el mensaje. Así nació el libro El camino de la esperanza, que se ha publicado en once lenguas.



En 1989, cuando por fin salí de la cárcel, recibí una carta de la Madre Teresa con estas palabras: «Lo que importa no es el número de nuestras actividades, sino la intensidad de amor que ponemos en cada acción».


Card. F. X. Nguyen van Thuan

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