miércoles

Una Conversión Racional

"Si alguien me pregunta, desde el punto de vista exclusivamente intelectual, por qué creo en el cristianismo, solo puedo contestarle que creo en él racionalmente, obligado por la evidencia".
¿Qué evidencia? Chesterton reconoce en la opinión pública tres grandes convicciones anticristianas:

1ª. Que el ser humano es un mero animal evolucionado.
2ª. Que la religión primitiva nació del terror y de la ignorancia.
3ª. Que los sacerdotes han abrumado de amarguras y nieblas a las sociedades cristianas.

Estos tres argumentos son, para él, lógicos y legítimos, pero añade que lo único que les puede objetar es un punto que tienen en común: que los tres son falsos.

Respecto al primer argumento, Chesterton reconoce como evidente que el hombre se parece a los animales. En cambio, lo que resulta enigmático e inexplicable es el abismo que los separa, de suerte que "donde acaba la biología comienza la religión".

En cuanto al segundo argumento, todas las grandes culturas conservan la tradición de un antiguo pecado seguido de un castigo, pero "los sabios parecen decir literalmente que esa calamidad prehistórica no puede ser verdadera, puesto que todos los pueblos la recuerdan".

Del tercer argumento dirá que no lo ha visto realizado en ningún sitio, pues "aquellos países de Europa donde es grande la influencia del sacerdocio son los únicos donde todavía se baila y se canta, y donde hay todavía trajes pintorescos y arte al aire libre".
"Se dice que el paganismo es la religión de la alegría, y el cristianismo la religión del dolor, pero igual de fácil es probar la proposición inversa. Cuando el pagano contempla el verdadero corazón del mundo, se queda helado. Más allá de los dioses, que son simplemente despóticos, está el hades, el reino mismo de la muerte. Y cuando los racionalistas afirman que el mundo antiguo era más ilustrado que el mundo cristiano, no les falta razón desde su punto de vista, pues por ilustrado entienden: enfermo de desesperaciones incurables.

La alegría, que era la pequeña publicidad del pagano, se convierte en el gigantesco secreto del cristiano. Y al cerrar este volumen caótico, abro de nuevo el libro breve y asombroso de donde ha brotado todo el cristianismo, y la convicción me deslumbra. La tremenda imagen que alienta en las frases del evangelio se alza –en esto y en todo– más allá de todos los sabios tenidos por mayores".

Una variación del segundo argumento es hacer del cristianismo un fruto de épocas oscuras. Chesterton dirá que fue, por el contrario, "el único camino de luz en las edades oscuras, como un puente luminoso tendido sobre ellas entre dos épocas luminosas".

"Al que dice que la fe ha brotado del salvajismo y la ignorancia, hay que contestarle que no: que nació de la civilización mediterránea, en la plena germinación del gran Imperio Romano. Cierto que después se hundió el barco, pero no es menos cierto y asombroso que volvió a resurgir recién pintado y deslumbrante, siempre con la cruz en lo alto. Y éste es el asombro de la religión: haber transformado un barco hundido en un submarino. Bajo el peso de las aguas, el arca sobrevivió. Tras el incendio y bajo los escombros de las dinastías y los clanes, nos alzamos para acordarnos de Roma.

Si la fe solo hubiera sido un capricho del decadente imperio, ambos se habrían desvanecido en un mismo crepúsculo. Y si la civilización había de resurgir más tarde (y las hay que no han resurgido), hubiera tenido que ser bajo alguna nueva bandera bárbara. Pero la Iglesia cristiana era el último aliento de la vieja sociedad y el primer aliento de la nueva. Congregó a los pueblos que olvidaban ya cómo se levantan los arcos, y les enseñó a construir el arco gótico. En una palabra, lo que se dice contra la Iglesia es lo más falso que de ella puede decirse. ¿Cómo afirmar que la Iglesia quiere hacernos retroceder hasta las edades oscuras, cuando a la Iglesia debemos el haber podido salir de ellas?"
Gilbert K. Chesterton
Comentarios entre líneas de José Ramón Ayllón

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