En la medida en que uno es libre para elegir el mal, en esa medida deja de serlo. Una mala elección destruye la libertad. Nunca se puede elegir el mal como mal: sólo como un bien aparente. Pero cuando decidimos hacer algo que nos parece realmente bueno cuando realmente no lo es, hacemos algo que realmente no queremos hacer, y por lo tanto no somos libres.
La perfecta libertad espiritual es una incapacidad de hacer una mala elección. Cuando todo cuanto se desea es realmente bueno, y toda elección no sólo aspira a ese bien, sino que lo logra, entonces uno es libre porque hace cuanto quiere, y todo acto en su voluntad termina en una perfecta culminación.
Por lo tanto, la libertad no consiste en un equilibro entre las elecciones buenas y malas, sino en un perfecto amor y aceptación de todo lo que es realmente bueno y el perfecto odio y rechazo de cuanto es malo, de forma que todo cuanto se hace es bueno y le hace a uno feliz y uno rechaza, niega o ignora toda posibilidad que pudiera conducir a la desdicha, el auto engaño y la pena.
Sólo el hombre que ha rechazado todo el mal tan completamente que es incapaz de desearlo es verdaderamente libre. Dios, en Quien no hay absolutamente ninguna sombra o posibilidad de mal o de pecado, es infinitamente libre. En realidad, es la Libertad.
Thomas Merton
Nuevas Semillas de contemplación
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