jueves

En qué Clase de Mundo II

(Lectura Obligada)


... (Continuación de: En que Clase de Mundo I)

- Existe el mundo del progreso- oigo decir- el mundo del bienestar.

Sí; pero ese famoso progreso no es exactamente lo que se esperaba; trae consigo también los misiles, las armas bacteriológicas y atómicas, el proceso actual de contaminación cosas todas que amenazan con arrastrar a toda la humanidad a una catástrofe.

En otras palabras, el progreso con hombres que se aman, considerándose hermanos e hijos de Dios, Padre común, puede ser una cosa magnífica. El progreso con hombres que no reconocen a Dios como Padre común, constituye un peligro continuo: en efecto, sin un crecimiento paralelo de la dimensión moral, interior y personal, aquel progreso desarrolla las más salvajes y oscuras tendencias del hombre, lo convierte en una máquina dominada por máquinas, un número que maneja números.


Sé que muchos piensan lo contrario que tú y yo. Piensa que la religión es un sueño consolador: la habrían inventado los oprimidos, imaginando otros mundos existentes, donde encontrar más tarde lo que hoy les roban los opresores; la habrían organizado, totalmente a su favor, los opresores, para seguir pisoteando a los oprimidos y adormecer en ellos aquel instinto de clase que, sin la religión, los impulsaría a la lucha.

Es inútil recordar que precisamente la religión cristiana ha favorecido el despertar de la conciencia proletaria, exaltando a los pobres y anunciando una justicia futura.

- Sí, responden, el cristianismo despierta la conciencia de los pobres, pero después la paraliza, predicando la paciencia y sustituyendo la lucha de clases con la confianza en Dios y las reformas graduales de la sociedad.

Muchos creen también que Dios y la religión, al canalizar las esperanzas y esfuerzos hacia el paraíso futuro y lejano, alienan al hombre, le impiden comprometerse en la construcción de un paraíso cercano que ha de realizarse aquí en la tierra.

Es inútil recordarles que, según el reciente concilio, un cristiano, precisamente porque es cristiano, debe sentirse más que nadie obligado a trabajar por un progreso que sea progreso para todos, y por una promoción social que lo sea de todos.

- En ultimo término, dicen ellos, vosotros pensáis el progreso para un mundo transitorio, en espera de un paraíso definitivo, que nunca llegará. Nosotros queremos el paraíso aquí, final de todas nuestra luchas. Ya podemos vislumbrar su despertar, mientras que vuestro Dios es declarado muerto por los teólogos de la secularización. Estamos con Heine cuando escribía:
"¿Sientes la campana?, ponte de rodillas; le llevan los últimos sacramentos a Dios, que está muriendo".

Querido Chesterton, tú y yo no dudamos en ponernos de rodillas, pero ante un Dios más actual que nunca. Sólo Él, en verdad, puede dar una respuesta satisfactoria a estos tres problemas, que son para todos los más importantes: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?.

En cuanto Al paraíso que se disfrutará en la tierra, y sólo en la tierra, en un futuro próximo, al término de las famosas luchas, quisiera que se escuchara a alguien que escribe mejor que yo y - sin rebajar tus méritos- también mejor que tú: Dostoyewsky.

Recuerdas al dostoyewskyano Iván Karamasov. Es un ateo, incluso amigo del diablo. Pues bien, él protesta con toda su vehemencia de ateo contra un paraíso obtenido gracias a los esfuerzos, las fatigas, los sufrimientos, el martirio de innumerables generaciones. ¡Nuestros sucesores serán felices gracias a los sufrimientos de nuestros predecesores!. ¡ Estos predecesores que luchan sin recibir su parte de dicha, a menudo sin tener si quiera el consuelo de vislumbrar el paraíso que seguirá al infierno que atraviesan!. ¡Innumerables muchedumbres de infortunados, de sacrificados, que son simplemente la tierra que sirve para hacer crecer los futuro árboles de vida! ¡Esto es imposible!, dice Iván, ¡ esto sería un injusticia despiadada y monstruosa!.

Y tiene razón.

El sentido de justicia que existe en todo hombre, de cualquier creencia, exige que el bien realizado y los males sufridos sean premiados, que el hambre de vida, innata en todos, sea satisfecha. ¿Dónde y cómo, si no es en otra vida? ¿Y por quién, sino por Dios?

Y de que Dios, sino de aquel de quien escribía san Francisco de sales:

"No temáis a Dios, que no quiere haceros mal, sino amadle mucho porque desea haceros mucho bien?".

Lo que muchos combaten no es el verdadero Dios, sino la falsa idea que se han hecho de Dios: un Dios que protege a los ricos, que no hace más que pedir y acuciar, que siente envidia de nuestro `progreso, que espía continuamente desde arriba nuestros pecados para darse al placer de castigarlos.

Querido Chesterton, tú lo sabes, Dios no es así: es justo y bueno a la vez; padre también de los hijos pródigos, a la vez que desea ver no mezquinos y miserables, sino grandes, libres, creadores de su propio destino. Nuestro Dios es tan poco rival del hombre, que ha querido hacerle su amigo, llamándole a participar de su misma naturaleza divina y de su misma eterna felicidad. Ni tampoco es verdad que nos pida demasiado; al contrario, se contenta con poco, porque sabe muy bien que no tenemos gran cosa.

Querido Chesterton, estoy tan convencido como tú: este Dios se hará conocer y amar cada vez más; y de todos, incluidos los que hoy lo rechazan, no porque sean malos (¡son quizás mejores que nosotros dos!), sino porque le miran desde un punto de vista equivocado. ¿Qué ellos siguen sin creer en Él?

Él les responde: Soy yo el que cree en vosotros.



Junio 1971
ALBINO LUCIANI
(Juan Pablo I)

(Tomado de ALBINO LUCIANI (JUAN PABLO I); "Ilustrísimos Señores")

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