"Al oficio de mediador", dice Santo Tomás [1], "corresponde el acercar y unir a aquéllos entre quienes ejerce tal oficio; porque los extremos se unen por un intermediario".
Ahora bien, unir los hombres a Dios es propio de Jesucristo que los ha reconciliado con el Padre, según las palabras de San Pablo (II Cor., v 19): "Dios reconcilió al mundo consigo mismo en Cristo. Por eso sólo Jesucristo es el perfecto mediador entre Dios y los hombres, cuanto por su muerte reconcilió con Dios al género humano." Igualmente, después de decir San Pablo: "Uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hecho hombre", continúa: "que se ha entregado en rehén por todos. Nada impide, sin embargo, que, en cierto modo, otros sean dichos mediadores entre Dios y los hombres, en tanto cooperan á la unión de los hombres con Dios, como encargados o ministros."
En este sentido, añade Santo Tomás [2] los profetas y sacerdotes del Antiguo Testamento pueden llamarse mediadores; y lo mismo los sacerdotes de la nueva Alianza, como ministros del verdadero mediador.
"Jesucristo", continúa el Santo [3], "es mediador en cuanto hombre; porque en cuanto hombre es como se encuentra entre los dos extremos: inferior a Dios por naturaleza, superior a los hombres por la dignidad de su gracia y de su gloria. Además, como hombre unió a los hombres a Dios enseñándoles sus preceptos y dones, y satisfaciendo por ellos."
Jesús satisfizo como hombre, mediante una satisfación y un mérito que de su personalidad divina recibió infinito valor. Estamos pues ante una doble mediación, descendente y ascendente, que consistió en traer a los hombres la luz y la gracia de Dios, y en ofrecerle, en favor de los hombres, el culto y reparación que le eran debidos.
Nada impide pues, que, como acabamos de decir, haya otros mediadores secundarios, como lo fueron los profetas y los sacerdotes de la antigua Ley para el pueblo escogido. Por eso podemos preguntarnos si no será María la mediadora Universal para todos los hombres y para la distribución de todas y cada una de las gracias.
San Alberto Magno habla de la mediación de María como superior a la de los profetas, cuando dice: "Non est assumpta in ministerium a Domino, sed in consortium et adjutorium, juxta illud: Faciamus el adjutorium simile sibi" [4]; María fue elegida por el Señor, no como ministra, sino para ser asociada de un modo especialísimo y muy íntimo a la obra de la redención del género humano.
¿No es María, en su cualidad de Madre de Dios, naturalmente designada para ser mediadora universal? ¿No es realmente intermediaria entre Dios y los hombres? Sin duda, por ser una criatura, es inferior a Dios y a Jesucristo; pero está a la vez muy por encima de todos los hombres en razón de su maternidad divina, "que la coloca en las fronteras de la divinidad" [5], y por la plenitud de la gracia recibida en el instante de su concepción inmaculada, plenitud que no cesó de aumentar hasta su muerte. Y no solamente por su maternidad divina era María la designada pará esta función de mediadora, sino que la recibió y ejercitó de hecho.
Esto es lo que nos demuestra la Tradición [6], que le ha otorgado el título de mediadora universal [7], aunque subordinada a Cristo; título por lo demás consagrado por la fiesta especial que se celebra en la Iglesia universal.
Para bien comprender el sentido y el alcance de este título, consideremos que le conviene a María por dos razones principales:
1º, por haber ella cooperado por la satisfacción y los méritos al
sacrificio de la Cruz
2º, porque no cesa de interceder en favor nuestro y de
obtenernos y distribuirnos todas las gracias que recibimos del cielo.
Tal es la doble mediación, ascendente y descendente, que debemos considerar, para aprovecharnos de ella sin cesar.
R. P. Garrigou-Lagrange O. P.
Extracto de: "Las tres edades de la vida interior"
Extracto de: "Las tres edades de la vida interior"
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[1] III, q. 26, s. 1.
[2]lbid, a. i, ad i.
[3] Ibid., a. 2.
[4] Mariale, 42.
[5] Cajetanus.
[6] J. Bittremieux, op. cit.
[7] G. FRIETOFF, O. P., Angelicum, oct. 1933, pp. 469-477.
[2]lbid, a. i, ad i.
[3] Ibid., a. 2.
[4] Mariale, 42.
[5] Cajetanus.
[6] J. Bittremieux, op. cit.
[7] G. FRIETOFF, O. P., Angelicum, oct. 1933, pp. 469-477.
1 comentario:
Sencillamente me acerco para agradecer por tan importante formación Mariana y darle a nuestra Señora el puesto que se merece y que el mismo Señor le otorgó. Algunos creyentes le otorgan a ella honores q no le pertenecen y no comprenden que ella es una mediadora como bien lo explica el artículo, sin embargo de igual forma vemos como su mediación esta por encima de cualquier otro, Mediadora Universal.
muchas Gracias.
Argenis Mendoza
San Cristóbal, Venezuela
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