El planteamiento de la igualdad de valores, aunque sean contrapuestos, conduce hacia un callejón sin salida, o lo que es peor, el caos de la anarquía relativista.
Es este relativismo el que impide la existencia de cualquier valoración moral, porque si todas las opiniones son igual de respetables y válidas, todas son igualmente inútiles y ninguna de ellas sirve para nada. Estoy muy de acuerdo con la profesora Vila-Coro cuando afirmaba en una de las últimas clases que impartió, y a las que tuve el privilegio de asistir, que las opiniones de todo el mundo son respetables, en tanto que opiniones.
El problema es cuando las opiniones se quieren imponer como criterios de certeza. Porque hay leyes inherentes a la propia realidad. En todas las culturas robar, matar y mentir son delitos que se han rechazado.
Los pueblos que no han respetado estas leyes se han degradado, porque ha imperado en ellos la ley del más fuerte. Sin ir más lejos, la Declaración Universal de los DDHH reconoce en su art. 29 como límite del ejercicio de los derechos "las justas exigencias de la moral".
¿A qué moral se refiere? Si hubiera muchas morales resultaría imposible la existencia de una legislación común. Todos los sistemas jurídicos, para ser legítimos, y no solo legales, deben fundamentarse en la realización de la justicia y en principios objetivos de moralidad, respeto a la dignidad de la persona y de los derechos que fruto de tal dignidad le son inherentes.
Si afirmáramos que no existen verdades objetivas y que cada uno se debe guiar por su propia conciencia sería imposible una sociedad organizada.
Agustín Losada
bioeticahoy.com.es
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