André Frosard escribió un libro titulado Dios existe, yo me lo encontré, donde narra su experiencia de Dios, que le llevó a la fe.
Pero nadie ha escrito un libro titulado Dios no existe porque yo no me lo he encontrado. Esto sería ridículo.
El que no ha encontrado a Dios es porque lo ha buscado donde no está, o lo ha buscado de un modo inadecuado. Algunos lo buscan donde no está.
Me acuerdo de un antiguo chiste de Otto y Fritz.:
una noche está Otto dando vueltas a una farola. Viene Fritz y le dice:
- ¿qué haces Otto?
-estoy buscando mi pluma que la he perdido.
Y Fritz se pone también a buscarla. Al cabo de un rato dice Fritz:
-Otto, ¿estás seguro de haber perdido aquí tu pluma?
-no Fritz, la perdí en el cine, pero como allí no había luz he venido a buscarla aquí.
Eso le pasa a muchos: buscan a Dios donde no está. Quieren un Dios a su medida. Un Dios que les permita hacer lo que a ellos les gusta. Y Dios no es así. Dios manda lo que es bueno, aunque no guste.
Las medicinas no siempre son agradables. Dios señala el camino que lleva a la gloria. Y este camino a veces es cuesta arriba. Pero se puede subir con gozo y alegría.
Dijo Cristo: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. Y San Pablo: Todo lo puedo en aquél que me conforta.
Dios siempre ayuda para que cumplamos con nuestras obligaciones. Pero hay que acudir a Dios de modo adecuado.
Otros buscan a Dios de modo equivocado.
El cosmonauta soviético Leonov fue el primer hombre que se salió de la cápsula en el espacio exterior. Y en unas declaraciones dijo: "me he paseado entre las estrellas y allí no estaba Dios".
Dios estaba allí, pero él no se enteró.
Como un sordo en un concierto. Se levanta la gente entusiasmada, aplaudiendo la magnífica interpretación de la quinta sinfonía de Bethoven, y un sordo se queda sentado, porque no se ha enterado de nada.
Dios está entre las estrellas, pero no se le ve con los ojos de la cara sino con los del entendimiento, porque él es el que ha hecho las leyes que rigen el movimiento de las estrellas.
Dijo Borman desde la luna: “nosotros hemos llegado a la luna gracias a unas leyes matemáticas que no han sido hechas por el hombre”.
Ese gran matemático que ha hecho las leyes que rigen el movimiento de las estrellas es Dios. Esas leyes fueron formuladas por Newton y Kepler, pero ellos no hicieron esas leyes. Las estrellas se movían según esas leyes antes que ellos nacieran.
Esas leyes son la obra de Dios. Por eso conocemos a Dios sin verlo.
Lo mismo que conocemos lo artista que fue Miguel Ángel sin verlo. Nos basta ver su obra: la belleza de la cara de la virgen de la piedad, sacada de un bloque de piedra.
El cosmos es obra de Dios.
Pero nadie ha escrito un libro titulado Dios no existe porque yo no me lo he encontrado. Esto sería ridículo.
El que no ha encontrado a Dios es porque lo ha buscado donde no está, o lo ha buscado de un modo inadecuado. Algunos lo buscan donde no está.
Me acuerdo de un antiguo chiste de Otto y Fritz.:
una noche está Otto dando vueltas a una farola. Viene Fritz y le dice:
- ¿qué haces Otto?
-estoy buscando mi pluma que la he perdido.
Y Fritz se pone también a buscarla. Al cabo de un rato dice Fritz:
-Otto, ¿estás seguro de haber perdido aquí tu pluma?
-no Fritz, la perdí en el cine, pero como allí no había luz he venido a buscarla aquí.
Eso le pasa a muchos: buscan a Dios donde no está. Quieren un Dios a su medida. Un Dios que les permita hacer lo que a ellos les gusta. Y Dios no es así. Dios manda lo que es bueno, aunque no guste.
Las medicinas no siempre son agradables. Dios señala el camino que lleva a la gloria. Y este camino a veces es cuesta arriba. Pero se puede subir con gozo y alegría.
Dijo Cristo: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. Y San Pablo: Todo lo puedo en aquél que me conforta.
Dios siempre ayuda para que cumplamos con nuestras obligaciones. Pero hay que acudir a Dios de modo adecuado.
Otros buscan a Dios de modo equivocado.
El cosmonauta soviético Leonov fue el primer hombre que se salió de la cápsula en el espacio exterior. Y en unas declaraciones dijo: "me he paseado entre las estrellas y allí no estaba Dios".
Dios estaba allí, pero él no se enteró.
Como un sordo en un concierto. Se levanta la gente entusiasmada, aplaudiendo la magnífica interpretación de la quinta sinfonía de Bethoven, y un sordo se queda sentado, porque no se ha enterado de nada.
Dios está entre las estrellas, pero no se le ve con los ojos de la cara sino con los del entendimiento, porque él es el que ha hecho las leyes que rigen el movimiento de las estrellas.
Dijo Borman desde la luna: “nosotros hemos llegado a la luna gracias a unas leyes matemáticas que no han sido hechas por el hombre”.
Ese gran matemático que ha hecho las leyes que rigen el movimiento de las estrellas es Dios. Esas leyes fueron formuladas por Newton y Kepler, pero ellos no hicieron esas leyes. Las estrellas se movían según esas leyes antes que ellos nacieran.
Esas leyes son la obra de Dios. Por eso conocemos a Dios sin verlo.
Lo mismo que conocemos lo artista que fue Miguel Ángel sin verlo. Nos basta ver su obra: la belleza de la cara de la virgen de la piedad, sacada de un bloque de piedra.
El cosmos es obra de Dios.
Jorge Loring S.I.
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