Madre no es un título como los demás que se le añade "exteriormente" sin incidir sobre su persona.
Al contrario, se llega a ser madre pasando a través de una serie de experiencias que dejan su marca para siempre y modifican no sólo la conformación del cuerpo de la mujer, sino también la concencia que ella tiene de sí misma. Es una de esas cosas que suceden "de una vez para siempre".
Toda madre da a su propio hijo el cuerpo, no el alma que es infundada directamente por Dios. Y a pesar de esto yo no llamo a mi madre "madre de mi cuerpo", sino sencillamente mi madre, madre de todo lo que yo soy, porque en mi cuerpo y alma forman una sola naturaleza o realidad.
Así, análogamente, María debe ser llamada Madre de Dios, aunque haya dado a Jesús sólo la humanidad y no la divinidad, porque en él humanidad y divinidad forman una sola persona.
Así, análogamente, María debe ser llamada Madre de Dios, aunque haya dado a Jesús sólo la humanidad y no la divinidad, porque en él humanidad y divinidad forman una sola persona.
P. Raniero Cantalamessa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario