Un fámulo de un convento, que había leído un libro escrito por un religioso de aquella casa, dijo cierto día al escritor:
'No tengo ninguna duda que por haber escrito libros de tanta verdad y enseñanza, Dios le recompensará con un gran premio en el Cielo'.
El religioso, de suyo muy humilde, respondióle:
'Querido amigo, el día del Juicio Final vendrán a tener igual valor mis libros que la escoba que usted usa. Y si por azar la intención que usted hubiese puesto en sus tráfagos de limpieza doméstica, resultase más agradable a Dios que la mía al escribir mis libros, recibirá sin duda mayor recompensa y será exaltado por Dios muy por encima de mí'.
Harta razón tenía aquel buen religioso, que un hábil trabajo puede agradar a Dios, si ha sido hecho con recta intención y ánimo de honrarle, pero también hay muchos santos en el cielo que en la tierra ni por asomo brillaron por la maestría de sus obras.
1 comentario:
Por que no:)
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