- El pequeño creyente (C): Pues claro, ¿qué te crees? Nuestra vida aquí está pensada sólo para que crezcamos y nos preparemos para la vida después del nacimiento, para que entonces seamos lo suficientemente fuertes para lo que nos espera.
-E: Yo lo encuentro una tontería. ¿Cómo hay que imaginarse una vida después del nacimiento?
-C: Yo no lo sé tampoco exactamente. Pero seguro que será mucho más interesante que aquí. ¡A lo mejor vamos andando de un sitio a otro y comemos con la boca!
-E: ¡Anda ya! ¡Comer con la boca! ¡Qué idea tan absurda! Para eso tenemos un cordón umbilical. ¿Y andar de un lado para otro? ¿Cómo vamos a andar de un lado para otro con este cordón?
-C: Pero seguro que eso es posible. Sólo que será todo un poco diferente que aquí.
-E: Todavía no ha vuelto a este inundo nadie que haya nacido. Con el nacimiento se acaba la vida. Y la vida es sólo una tortura. Estrecho, oscuro, y todo siempre tan resbaladizo...
-C: Yo no sé tampoco cómo imaginarme una vida después del nacimiento. Pero seguro que entonces veremos a nuestra madre.
-E: ¿,Quéeee?? ¿Una madre?? ¿Tú crees en una madre? Entonces hazme el favor de decirme, ¿dónde está?
-C: Bueno, aquí, en todas partes. Nosotros vivimos en ella y gracias a ella. Sin ella no podríamos existir.
-E: ¡Anda ya! Yo no he sentido nunca a una madre, así es que no existe.
-C: Algunas veces, cuando estamos muy calladitos, la puedes oír cantar. O sentirla cuando acaricia nuestro mundo. Yo de verdad creo que nuestra vida de verdad empieza entonces, cuando nacemos...
Henri Nouwen
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